domingo, 9 de agosto de 2009

¿Acción vs metaficción?

Siempre le huí a esas discusiones de tipo literatura académica vs. mercado; narrativa de acción vs. metaficción, cuestiones que se debaten –y por las cuales algunos se sacan los ojos- en algunos congresos y suplementos. Recuerdo una vez que Saccomano se agarró con Kohan, creo que en el 2001 en Trelew por algo de este estilo. Kohan defendía la universidad (después de todo, ahí estábamos) y Saccomano, invitado a la mesa de escritores (por la universidad), la despreciaba como ámbito de formación de un escritor. Después de todo, de dónde saca un escritor sus tema es algo que importa poco.
En fin. Debates estériles. (Divertidos por el conventillo pero estériles), pero aquí estoy planteándome uno de esta especie. Termino de leer American Pastoral –la tiene, ahora, S y está igual de entusiasmado que yo- y empiezo y termino -en pocos días y noches de insomnio- La ciudad ausente de Ricardo Piglia. Soy de las que aman a Chejfec, por ejemplo. Y si bien no recuerdo con lujo de detalles El aire o Los incompletos, sí recuerdo que me encantaron. Me gusta que la acción se complete lentamente. Me gusta preguntarme qué pasa y responderme: no pasa nada. Me gustan Nabokov y su metaficción también, Pálido fuego me parece genial, por ejemplo. Pero, la verdad, avancé en la de Piglia a ciegas. Y, de última, quizás la trama se pueda recuperar –o algo de ella, al menos-en una segunda, tercera, cuarta lectura; pero el tema, la verdad, es que no me gustó la prosa, la manera de narrar, la novela en su conjunto; o el "texto" si alguno prefiere no llamarla novela. Todo está demasiado armadito. Borges, Macedonio están ahí pero a modo de impostura, de pose. El artificio está tan presente en la trama que se cuela en el estilo. Escribo esto y me doy cuenta de que ésa es una de las operaciones de la novela. Me doy cuenta de que la novela sirve para estudiarla, analizarla –sí académicamente- pero, al menos en mi caso, no para disfrutarla. Probablemente el valor de La ciudad ausente resida en su operación crítica. Yo, hoy, prefiero otra literatura. Devastada, si se quiere, al igual que la de la Ciudad Ausente. Pero ¿no está todo bastante devastado hoy por hoy? El ensayo ficción lo hizo Borges demasiado bien. Ese es el tema. Lo hacía también Macedonio. Pero tengo que admitir: nunca pude terminar Museo de la novela de la eterna. Y quizás sea cierto eso de que nuestra literatura de los últimos años se mira demasiado a sí misma. Aira sería para mí un ejemplo de esto bien hecho. Dicen que Piglia es uno de nuestros mejores narradores. Lo escuché en un par de seminarios en la facu y es buenísimo. Buen orador, buen pensador. Genial. Pero a las dos de la mañana, en pleno insomnio, quiero que me cuenten una historia que, al menos, pueda visualizar.