jueves, 24 de abril de 2008

La celebración de la palabra escrita


Por Carolina Esses
Algunos años atrás para leer era necesario hacerse de un libro. Si el lector era de esos afortunados con biblioteca en su casa, bastaba con elegir alguno del estante. Las familias de clase media ahorraban para poder comprar una enciclopedia y responder a través de sus páginas las preguntas de los más chicos. No hace tanto: la generación que hoy tiene treinta y cinco puede dar cuenta de las visitas del vendedor de enciclopedias.

Si los libros no estaban al alcance de la mano se podía recurrir a parientes o amigos. La biblioteca pública se consultaba con regularidad. El libro se buscaba, se conseguía, se prestaba. Hoy, la imagen del lector con un libro entre las manos no es la única escena posible. En los más de 2. 700. 000 hogares registrados a nivel nacional, millones de personas leen reflejadas a través de una pantalla. Y otras tantas lo hacen en locutorios, oficinas, locales y sí, también, bibliotecas.

Entre los números que maneja la industria editorial y las estadísticas de lectura pareciera haber un desfasaje: en el 2006 se publicó un 12% más de novedades que en el 2005. El número de ejemplares impresos también aumentó en más de 13 millones. Sin embargo, en el mismo año, el 43% de las personas encuestadas a nivel nacional admitió no haber leído un solo libro. Quienes no leen apelan al aburrimiento y a la falta de tiempo. Quienes sí leen, lo hacen por placer o por la necesidad de formación. Sin embargo las estadísticas no ayudan a responder otra pregunta: ¿cómo se lee hoy?

Leer y escribir son ejercicios solidarios entre sí. La pregunta por cómo leer trae inmediatamente la cuestión de la escritura. Está claro que ni el aumento en la producción editorial ni la multiplicación de textos a través de la red pueden llevar a pensar en mejores escritos. Sin embargo ahí es donde se detiene el sociólogo Christian Ferrer cuando se trata de reflexionar sobre el tema: "Las tecnologías novedosas modifican el hábito de la lectura, pero no por eso se lee 'mejor', de la misma manera que la pluma de ganso o la máquina de escribir no producían mejores escritores que las computadoras".

La docilidad del teclado de la PC y la velocidad de corrección ayudan al escritor, pero a la hora de escribir –como a la hora de leer– la batalla es entre el sujeto y el lenguaje.


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