miércoles, 28 de noviembre de 2007

Fantasías de una potencial cleptómana

Sí, me sucede también en librerías. Pero no solamente o sobre todo sino también. Porque casi siempre es en los locales de ropa. Un sentimiento de culpa, difícil de explicar, herencia, quizás, de mi tradición católica por parte materna y judía por parte paterna, que hace que al salir de cualquier local en el que pude haber pasado más de diez minutos absorta en ese silencio privado propio de la contemplación, sienta haber escondido entre la ropa algo de todo lo que prolijamente percha a percha, o estante a estante, he estado secretamente deseando. Una remera enroscada como una víbora en los vericuetos de la cartera, o un par de aros cayendo al descuido en el fondo más oscuro de los bolsillos. La sensación me asalta –valga la pertinencia del verbo- cuando atravieso la puerta con los sensores anti robo a cada lado del cuerpo. Consciente de mi posible falta me despido del guardia de seguridad con la certeza de que será una cuestión de segundos hasta que la alarma suene y me encuentren la pieza robada. Por suerte nada de esto sucede. Simplemente porque nunca me llevo nada.
Lo de las librerías viene a cuento de estas líneas. Entré a El Ateneo para hojear algunos libros sobre estimulación infantil. Tomé un café en la oscuridad del bar desde donde podía ver las luces que rodean los anaqueles de los libros. Era como si repentinamente hubiera anochecido. Por eso no me gusta esa librería, pero de todas maneras voy cuando busco algo que creo no poder encontrar en otras. Todo esto en medio de la nebulosa propia de mi miopía lo cual desdibuja cualquier impresión más o menos objetiva que quiera dar de la situación. Antes de salir me detuve, primero en la sección Literatura argentina para ver el libro de Matilde Sánchez que quiero leer, después en el de Fabián Casas, Ensayos Bonsai. Leí el primer texto de un tirón, como debe ser, al fin y al cabo eso pide la prosa rápida de ése primer ensayo. Cortázar no es Aira, sí pero ¿Santiago es Santiago Llach?, me preguntaba mientras salía del local totalmente cegada por la luz de la mañana. No llevaba en la cartera ni El desperdicio ni Ensayos Bonsai. Mis desventuras financieras de los últimos fines de mes harían imposible la adquisición de cualquiera de los dos. Cuando salí Santa Fé era otra: la gente en lugar de caminar se agolpaba, transpirada, en las paradas de los colectivos. Eran más de las diez y había empezado el verano.


La foto es de Celeste Sánchez Vendramini

martes, 27 de noviembre de 2007

13, 14, 15 y 16 de diciembre: JAZZ

Un fragmento del texto que Jorge Fondebrider escribió para el Festival:

Hace poco más de un año,
durante una charla abierta con el público en el Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, en Buenos Aires, interrogado sobre la especificidad del jazz italiano respecto del de otras latitudes, el trompetista Enrico Rava dijo que lo que lo distinguía era un cierto gusto por la melodía y, en consecuencia, una tendencia al lirismo. Inmediatamente, quien esto escribe, comenzó a recordar desordenadamente nombres: Giorgio Gaslini, Bruno Tommaso, Mario Schiano, Enrico Pieranunzi, Stefano Battaglia, Paolo Fresu, Gialuigi Trovesi, Franco D’Andrea, Stefano Bollani, Stefano Di Battista, Rosario Giuliani, Danilo Rea, Flavio Boltro, Marco Tamburini, Emanuele Basentini, Pietro Lussu, Franco Cafizo... En todos los casos se comprobaba lo dicho por Rava, pero también la existencia de una tradición. De acuerdo con lo que sostienen los especialistas, ésta se remonta, por lo menos, a la década de 1930. En términos groseramente esquemáticos, hubo un principio en que los músicos italianos imitaron los estilos de los Estados Unidos. Luego, en la medida que estos fueron adquiridos, se produjo una adecuación y, para la década de 1970, el sustrato folklórico –que incluía toda la música popular de Italia y también desprendimientos de la música de tradición escrita de ese país– fue aflorando para dejar una marca constitutiva. En paralelo, al igual que en Francia –donde muchos músicos italianos intervienen en proyectos con sus pares locales–, comienzan a proliferar los sellos discográficos, que reciben igualmente a muchos músicos estadounidenses, quienes desarrollan allí los proyectos que los sellos norteamericanos no quieren llevar adelante. Lo hacen, en más de una oportunidad, con músicos italianos, lo que contribuye a la definitiva puesta en valor de estos últimos, pero también al afianzamiento de una serie de nombres que poco a poco se vuelven insoslayables. Enrico Rava es uno de ellos. Porteño honorífico desde los días en que, integrando el grupo del saxofonista Steve Lacy, quedó varado en Buenos Aires, su carrera está jalonada por discos magníficos que abarcan una extensa gama de situaciones y contextos: desde los iniciales experimentos con el free jazz, a la transición melódica de los primeros discos con la discográfica ECM, pasando luego a las reinterpretaciones operísticas para el sello francés Label Bleu, al recorrido por el repertorio de la canción italiana y continuando con sus homenajes a Miles Davis, Chet Baker y el cine italiano, hasta llegar a los últimos discos a dúo con Stefano Bollani y a su actual quinteto –Gianluca Petrella (trombón), Andrea Pozza (piano), Rosario Bonaccorso (contrabajo) y Roberto Gatto (batería)–, con el cual abre el 13 de diciembre abre este festival...

viernes, 23 de noviembre de 2007

Hoy lo escribiría así


La primera huella
bordea el lago.

Son las patas de rana de las mujeres
que emergen del río

con tubos de oxígeno
y empuñaduras

se recortan entre la maleza de lo anfibio
hermanadas en la tarea

caminan hasta el círculo velado
de las mujeres pez.

(...)

Ellas quisieran que el acuario
guardara algo más

una corriente
que al envolvernos
nos llevara de vuelta

detenernos en un silencio de aire
apenas iluminado

y que al asomarnos al borde secreto
donde las mujeres pez se sumergen
recomencemos en el recuerdo
de las primera palabras.

Nosotras, las hijas
hacemos rondas nocturnas

y enredadas unas con otras
ensayamos cada vez
la misma forma de la espera.


“El lugar de lo mismo”, del libro Duelo, Ediciones En Danza.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sigamos enamoradas: una planta y sus frutos


Palabras de Mercedes -Dedé- Araujo en la presentación del libro Dinamarca de Elba Serafini.

Antes de venir para acá y pensando en que hoy quería decir algo sobre la edición del libro de poemas de Elba Serafini, repasé algunas ideas que nos motivaron a Romana, a Marinita y a mi a crear la editorial, hace ya casi dos años, en febrero del 2006.
Entonces, decíamos que tres cosas: que queríamos dar a los libros y a sus autores un cuidado amoroso, que la tarea de editor no nos resultaba una vocación en si misma, sino como una ruta de salida, un puente que nos llevaba desde nuestra soledad de escritoras, hacia un espacio compartido, es decir, la edición como una forma de no estar solas y por que queríamos convertir en libros los textos que nos gustan y amamos.
Hoy, los tres siguen siendo los elementos que dan fuerza a la editorial, pero hay diferencias porque entonces, esos principios se nos aparecían como intuiciones, como cuando uno es chico y sin pedir explicaciones o tomar clases de jardinería, sabe que las plantas se deben enterrar y que crecerán si uno las riega y tienen sol. Lo que no se sabe ni racional ni instintivamente es como va a crecer esa planta, si va a ser una flor pequeña o si hará implosión en ella una fuerza que la convierta en enredadera o en árbol que da frutos. Eso solo se puede saber contemplando la planta y acompañándola en su crecimiento.
Creo que Sigamos Enamoradas no es una árbol todavía, pero lo que si sabemos es que es una planta extraña, algo exótica, increíblemente vital, llena de flores, rebosante de polen.
El lugar de encuentro no fue solo nuestro sino compartido con amigos, los textos efectivamente se hicieron libros y el cuidado amoroso de la literatura terminó por ser algo concreto, la mejor forma de amar la literatura es escribirla y leerla, y si se resuelve ir más allá, todavía, editarla también.
En definitiva, editar es contribuir a la belleza del mundo, por que en la poesía no hay moraleja, la única función social que tiene la poesía es poner un objeto bello en el mundo y punto. La poesía no tiene moral, tiene ética, dijo Watanabe.
Sigamos enamoradas se complace en presentar el bello objeto, inmoral y ético, que es Dinamarca. Gracias.

martes, 13 de noviembre de 2007

Profesiones de riesgo - poema colectivo


un travesti
una prostituta
una escaladora
una cartonera
una enfermera
una mujer policía
una motoquera
una mujer enamorada


domingo, 11 de noviembre de 2007

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Tiemblan los países nórdicos


Se presenta Dinamarca de Elba Serafini.
Viernes 9 de noviembre, 20 hrs. en Fedro.
Ahí estará la traductora: Mariana Kosmal y el presentador: Santiago Llach.
Carlos Calvo 578. San Telmo.

lunes, 5 de noviembre de 2007

1976 - Malvina y Víctor van a Mar del Plata




Habían ido a Mar del Plata para reconciliarse.
Sin embargo, cada uno posó ese fin de semana como si estuviese solo.
Mamá con su belleza de actriz italiana.
Papá, como si estuviese en la esquina de Corrientes y Azcuénaga, donde tenía el negocio.
Yo estaba con mi abuela haciendo lo que más me gustaba: jugar con los botenes sobre una bandeja de lata que tenía dibujado un pez.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Placeres perdidos y recobrados

Apenas me senté frente a la compu, hace digamos medio minuto, escribí: "Escribo rápido en medio de un domingo en el que las obligaciones se...."Gracias a Dios esa mínimo fracción de tiempo que a veces se toma la conciencia para reflexionar sirvió para que borrara y empezara de nuevo, pero también para darme cuenta de que eso era lo que me estaba pasando. ¿Qué obligaciones? ¿Escribir para laburar? ¿Hacer un par de traducciones? Hace unos años trabajar de eso me hubiese parecido una utopía, hoy hago malabares entre diferentes ocupaciones pero de alguna manera hago lo que me gusta, escribir.
El tema es así: durante las últimas dos semanas dos personas reaccionaron frente a un comentario mío apelando a la edad: "Yo tengo 20 años -dijo uno de ellos- y no voy a ser un peón del macrismo." El otro, frente a ciertos comentarios antipáticos míos en relación a su inminente viaje a San Martín de los Andes dijo más o menos lo mismo sólo que en lugar de hacer referencia a Macri hizo alusión a algo en relación a vivir su propia experiencia, algo así que no recuerdo del todo (yo también me pongo a veces en automático).
Conclusión: me estaban viendo como una vieja. O yo me estaba mostrando como una vieja señora antipática. (Ojo que apenas cruzo los 30). Horrible. Y la primera frase con la que comenzaba este post estaba en la misma linea. Así que bienvenido el nuevo comienzo. Después de todo hoy a la 9 estaba sentada al sol disfrutando de una siesta de Lucio mientras traducía un hermoso poema de Anne Sexton. Eso sí que es algo que uno hace solamente por placer.