viernes, 28 de diciembre de 2007

¡¡Brindemos!!


Gracias Andi!
Entré de casualidad a Norte para hacer un regalo
y me encontré con un regalo para mí.
Somos 50 poetas. Celebro estar entre las amigas
-Araujo, Romana, Serrano, Castellano, Walfisch, Jiménez-
en un libro tan, pero tan lindo.
¡Feliz año!

miércoles, 26 de diciembre de 2007

She's so real

Clarisa.
Periodista de la preciosa ciudad de Rosario.
Compañera a distancia.
Quizás mande foto, mientras, la imaginamos tipo Wonder Woman.
Todo fue un malentendido, gozamos las dos
de espléndida realidad.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Nombre falso

Una de las cosas que más me cuesta es encontrar nombre para personajes de ficción. La protagonista de mi novela, por ejemplo, apenas tiene primer nombre: Lucía. Pero no logro dar con el apellido. Así suele pasarme con todos los que la rodean. Sin embargo hoy leo impreso el nombre Clarisa Ercolano en VIVA y pienso que parece el nombre de alguien bien real. De manera que a mi intención de no tomarme las cosas demasiado en serio se le suma la de aprender rápidamente a inventar nombres. Por lo menos, Ercolano, me dicen, fue una importante soprano.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Borradores

Es tarde, muy tarde para estar frente a la compu. Me pongo a imprimir un par de cosas, borradores de un artículo que tengo que entregar. Como no tengo una resma nuevita imprimo detrás de unas hojas usadas. Las hojas dicen: Ministerio de Derechos Humanos y Sociales, Dirección de Promoción del Voluntariado y la Sociedad Civil. Ninguna de estas dependencias -yo trabaaba en la primera y ahora pertenezco a la segunda- hoy se llama igual. Todo es un gran borrador. Algunas cosas hay que tomárselas en serio. Sobre todo, pienso, las largas filas de personas que esperan todos los días en Entre Ríos y Pavón.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Ya está, me aburrí


de tomarme en serio.

martes, 11 de diciembre de 2007

Poemas





A VECES cruzo un puente
o encuentro un claro en el bosque
de ahí surgen algunas palabras
me abrazo a ellas como a una flecha
y no me detengo hasta caer a los pies
del último árbol.
Desde ahí veo un pájaro
que podría ser un mirlo, una alondra
pero es más bien un ave tímida
que suspende su vuelo
en la observación de la rama.
Si se quedara ahí prendida de un fruto
con la mirada resuelta
fija en el color anaranjado de su asombro
¿seguiría siendo ave?
¿o sería un pájaro de piedra?
Te lo ofrecería hermana,
un pájaro mío, por algo tuyo;
canta, picotea
es un pájaro expectante de tus cuidados.

NO SOY HÁBIL para medir distancias
pero sé que entre dos piedras
colocadas una al lado de la otra
se abre el mismo vacío que entre dos acantilados.

La distancia más próxima entre nosotras
dos: el padre.
Aún así escucho que dicen
no comparten la madre
no son de la misma religión.
¿Estaremos hechas de la misma naturaleza?

sábado, 8 de diciembre de 2007

Básicos de novela

Será un síntoma del estado actual de la novela esto de hacer explícto que se escribe desde la propia experiencia? Hacerlo, y no tenerle miedo a la primera persona...¿Habrá sido alguna vez, la novela, más que esto? Quizás la tercera persona del realismo decimonónico fue la excepción, y no la regla.

Tenía 12 años cuando una profesora me dijo que mejor escribir sobre situaciones conocidas. Sobre lo que había vivido. Me acuerdo porque yo había escrito como cinco hojas y estaba orgullosa de la extensión del trabajo. (Sí, sólo la extensión me llenaba de orgullo, pero es también válido... sostener la escritura en el tiempo). Era un relato de ciencia ficción. Me quedé helada cuando escuché el veredicto. El trabajo no servía. Había que buscar otra historia. Nunca creí que la profesora tuviera razón y aunque esas cinco hojas pasaron a ser un par de párrafos sobre algún tema más cercano, tengo todavía el recuerdo del placer de las primeras, las que escribí en ese primer impulso, ignorando el llamado de la pluma a transmitir sólo la experiencia. Pero, pensando en la construcción de muchas novelas (buenas) uno encuentra un trabajo similar al del actor que utiliza su memoria emotiva. ¿A eso se refería la profesora? ¿Tenía razón, entonces? Son preguntas básicas, ya sé. Pero últimamente creo que la literatura está construida desde un lugar básico. Esta claro, algunos nacen narradores, otros se hacen y otros pasan la vida pensando que podrían escribir una novela con sus vivencias. También están los narradores de laboratorio, los que hicieron estallar la forma, el tiempo, etc., pero, hoy, son los que menos me interesan.


Ya terminé con Sánchez, o ella terminó conmigo. Lo que más me gustó: la primera descripción, la de la alameda. Y la historia de Elena. Lo que menos: el largo discurrir sobre la caída del campo. Sigo con Ciencias Morales y después, Guebel. En algún momento colgaré un fragmento de mi narración. A ver qué pasa.

lunes, 3 de diciembre de 2007

MI heroína del mes: Matilde Sánchez

Evidentemente hay mundos que atraen más que otros. Quizás por eso no puedo avanzar en Las Islas y al mismo tiempo, no puedo parar de leer El desperdicio, de Matilde Sánchez. Es la primera novela que leo de ella. Seguramente es como dicen y El Dock es mejor que esta. No lo sé. Yo venía escribiendo algún ejercicio narrativo con prosa muy cortada tipo telegrama y al leer la prosa de Matilde S. no puedo evitar sentir la necesidad de cambiar todo lo escrito, de incursionar en esa musicalidad, minuciosidad del lenguaje. Que no es abarrotamiento de adjetivos. Hoy por hoy un pacto de lectura me impide describir exactamente lo que me gusta de la novela. (Este blog no tiene demasiados lectores, creo, pero uno de ellos todavía no la ha leído y quisiera guardar el detalle en las impresiones para nuestras reuniones de verano) Sé que la novela tuvo algunas críticas desfavorables. La mía por ahora está envuelta en el asombro. Hacía rato que no leía algo tan lindo.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Fantasías de una potencial cleptómana

Sí, me sucede también en librerías. Pero no solamente o sobre todo sino también. Porque casi siempre es en los locales de ropa. Un sentimiento de culpa, difícil de explicar, herencia, quizás, de mi tradición católica por parte materna y judía por parte paterna, que hace que al salir de cualquier local en el que pude haber pasado más de diez minutos absorta en ese silencio privado propio de la contemplación, sienta haber escondido entre la ropa algo de todo lo que prolijamente percha a percha, o estante a estante, he estado secretamente deseando. Una remera enroscada como una víbora en los vericuetos de la cartera, o un par de aros cayendo al descuido en el fondo más oscuro de los bolsillos. La sensación me asalta –valga la pertinencia del verbo- cuando atravieso la puerta con los sensores anti robo a cada lado del cuerpo. Consciente de mi posible falta me despido del guardia de seguridad con la certeza de que será una cuestión de segundos hasta que la alarma suene y me encuentren la pieza robada. Por suerte nada de esto sucede. Simplemente porque nunca me llevo nada.
Lo de las librerías viene a cuento de estas líneas. Entré a El Ateneo para hojear algunos libros sobre estimulación infantil. Tomé un café en la oscuridad del bar desde donde podía ver las luces que rodean los anaqueles de los libros. Era como si repentinamente hubiera anochecido. Por eso no me gusta esa librería, pero de todas maneras voy cuando busco algo que creo no poder encontrar en otras. Todo esto en medio de la nebulosa propia de mi miopía lo cual desdibuja cualquier impresión más o menos objetiva que quiera dar de la situación. Antes de salir me detuve, primero en la sección Literatura argentina para ver el libro de Matilde Sánchez que quiero leer, después en el de Fabián Casas, Ensayos Bonsai. Leí el primer texto de un tirón, como debe ser, al fin y al cabo eso pide la prosa rápida de ése primer ensayo. Cortázar no es Aira, sí pero ¿Santiago es Santiago Llach?, me preguntaba mientras salía del local totalmente cegada por la luz de la mañana. No llevaba en la cartera ni El desperdicio ni Ensayos Bonsai. Mis desventuras financieras de los últimos fines de mes harían imposible la adquisición de cualquiera de los dos. Cuando salí Santa Fé era otra: la gente en lugar de caminar se agolpaba, transpirada, en las paradas de los colectivos. Eran más de las diez y había empezado el verano.


La foto es de Celeste Sánchez Vendramini

martes, 27 de noviembre de 2007

13, 14, 15 y 16 de diciembre: JAZZ

Un fragmento del texto que Jorge Fondebrider escribió para el Festival:

Hace poco más de un año,
durante una charla abierta con el público en el Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, en Buenos Aires, interrogado sobre la especificidad del jazz italiano respecto del de otras latitudes, el trompetista Enrico Rava dijo que lo que lo distinguía era un cierto gusto por la melodía y, en consecuencia, una tendencia al lirismo. Inmediatamente, quien esto escribe, comenzó a recordar desordenadamente nombres: Giorgio Gaslini, Bruno Tommaso, Mario Schiano, Enrico Pieranunzi, Stefano Battaglia, Paolo Fresu, Gialuigi Trovesi, Franco D’Andrea, Stefano Bollani, Stefano Di Battista, Rosario Giuliani, Danilo Rea, Flavio Boltro, Marco Tamburini, Emanuele Basentini, Pietro Lussu, Franco Cafizo... En todos los casos se comprobaba lo dicho por Rava, pero también la existencia de una tradición. De acuerdo con lo que sostienen los especialistas, ésta se remonta, por lo menos, a la década de 1930. En términos groseramente esquemáticos, hubo un principio en que los músicos italianos imitaron los estilos de los Estados Unidos. Luego, en la medida que estos fueron adquiridos, se produjo una adecuación y, para la década de 1970, el sustrato folklórico –que incluía toda la música popular de Italia y también desprendimientos de la música de tradición escrita de ese país– fue aflorando para dejar una marca constitutiva. En paralelo, al igual que en Francia –donde muchos músicos italianos intervienen en proyectos con sus pares locales–, comienzan a proliferar los sellos discográficos, que reciben igualmente a muchos músicos estadounidenses, quienes desarrollan allí los proyectos que los sellos norteamericanos no quieren llevar adelante. Lo hacen, en más de una oportunidad, con músicos italianos, lo que contribuye a la definitiva puesta en valor de estos últimos, pero también al afianzamiento de una serie de nombres que poco a poco se vuelven insoslayables. Enrico Rava es uno de ellos. Porteño honorífico desde los días en que, integrando el grupo del saxofonista Steve Lacy, quedó varado en Buenos Aires, su carrera está jalonada por discos magníficos que abarcan una extensa gama de situaciones y contextos: desde los iniciales experimentos con el free jazz, a la transición melódica de los primeros discos con la discográfica ECM, pasando luego a las reinterpretaciones operísticas para el sello francés Label Bleu, al recorrido por el repertorio de la canción italiana y continuando con sus homenajes a Miles Davis, Chet Baker y el cine italiano, hasta llegar a los últimos discos a dúo con Stefano Bollani y a su actual quinteto –Gianluca Petrella (trombón), Andrea Pozza (piano), Rosario Bonaccorso (contrabajo) y Roberto Gatto (batería)–, con el cual abre el 13 de diciembre abre este festival...

viernes, 23 de noviembre de 2007

Hoy lo escribiría así


La primera huella
bordea el lago.

Son las patas de rana de las mujeres
que emergen del río

con tubos de oxígeno
y empuñaduras

se recortan entre la maleza de lo anfibio
hermanadas en la tarea

caminan hasta el círculo velado
de las mujeres pez.

(...)

Ellas quisieran que el acuario
guardara algo más

una corriente
que al envolvernos
nos llevara de vuelta

detenernos en un silencio de aire
apenas iluminado

y que al asomarnos al borde secreto
donde las mujeres pez se sumergen
recomencemos en el recuerdo
de las primera palabras.

Nosotras, las hijas
hacemos rondas nocturnas

y enredadas unas con otras
ensayamos cada vez
la misma forma de la espera.


“El lugar de lo mismo”, del libro Duelo, Ediciones En Danza.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sigamos enamoradas: una planta y sus frutos


Palabras de Mercedes -Dedé- Araujo en la presentación del libro Dinamarca de Elba Serafini.

Antes de venir para acá y pensando en que hoy quería decir algo sobre la edición del libro de poemas de Elba Serafini, repasé algunas ideas que nos motivaron a Romana, a Marinita y a mi a crear la editorial, hace ya casi dos años, en febrero del 2006.
Entonces, decíamos que tres cosas: que queríamos dar a los libros y a sus autores un cuidado amoroso, que la tarea de editor no nos resultaba una vocación en si misma, sino como una ruta de salida, un puente que nos llevaba desde nuestra soledad de escritoras, hacia un espacio compartido, es decir, la edición como una forma de no estar solas y por que queríamos convertir en libros los textos que nos gustan y amamos.
Hoy, los tres siguen siendo los elementos que dan fuerza a la editorial, pero hay diferencias porque entonces, esos principios se nos aparecían como intuiciones, como cuando uno es chico y sin pedir explicaciones o tomar clases de jardinería, sabe que las plantas se deben enterrar y que crecerán si uno las riega y tienen sol. Lo que no se sabe ni racional ni instintivamente es como va a crecer esa planta, si va a ser una flor pequeña o si hará implosión en ella una fuerza que la convierta en enredadera o en árbol que da frutos. Eso solo se puede saber contemplando la planta y acompañándola en su crecimiento.
Creo que Sigamos Enamoradas no es una árbol todavía, pero lo que si sabemos es que es una planta extraña, algo exótica, increíblemente vital, llena de flores, rebosante de polen.
El lugar de encuentro no fue solo nuestro sino compartido con amigos, los textos efectivamente se hicieron libros y el cuidado amoroso de la literatura terminó por ser algo concreto, la mejor forma de amar la literatura es escribirla y leerla, y si se resuelve ir más allá, todavía, editarla también.
En definitiva, editar es contribuir a la belleza del mundo, por que en la poesía no hay moraleja, la única función social que tiene la poesía es poner un objeto bello en el mundo y punto. La poesía no tiene moral, tiene ética, dijo Watanabe.
Sigamos enamoradas se complace en presentar el bello objeto, inmoral y ético, que es Dinamarca. Gracias.

martes, 13 de noviembre de 2007

Profesiones de riesgo - poema colectivo


un travesti
una prostituta
una escaladora
una cartonera
una enfermera
una mujer policía
una motoquera
una mujer enamorada


domingo, 11 de noviembre de 2007

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Tiemblan los países nórdicos


Se presenta Dinamarca de Elba Serafini.
Viernes 9 de noviembre, 20 hrs. en Fedro.
Ahí estará la traductora: Mariana Kosmal y el presentador: Santiago Llach.
Carlos Calvo 578. San Telmo.

lunes, 5 de noviembre de 2007

1976 - Malvina y Víctor van a Mar del Plata




Habían ido a Mar del Plata para reconciliarse.
Sin embargo, cada uno posó ese fin de semana como si estuviese solo.
Mamá con su belleza de actriz italiana.
Papá, como si estuviese en la esquina de Corrientes y Azcuénaga, donde tenía el negocio.
Yo estaba con mi abuela haciendo lo que más me gustaba: jugar con los botenes sobre una bandeja de lata que tenía dibujado un pez.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Placeres perdidos y recobrados

Apenas me senté frente a la compu, hace digamos medio minuto, escribí: "Escribo rápido en medio de un domingo en el que las obligaciones se...."Gracias a Dios esa mínimo fracción de tiempo que a veces se toma la conciencia para reflexionar sirvió para que borrara y empezara de nuevo, pero también para darme cuenta de que eso era lo que me estaba pasando. ¿Qué obligaciones? ¿Escribir para laburar? ¿Hacer un par de traducciones? Hace unos años trabajar de eso me hubiese parecido una utopía, hoy hago malabares entre diferentes ocupaciones pero de alguna manera hago lo que me gusta, escribir.
El tema es así: durante las últimas dos semanas dos personas reaccionaron frente a un comentario mío apelando a la edad: "Yo tengo 20 años -dijo uno de ellos- y no voy a ser un peón del macrismo." El otro, frente a ciertos comentarios antipáticos míos en relación a su inminente viaje a San Martín de los Andes dijo más o menos lo mismo sólo que en lugar de hacer referencia a Macri hizo alusión a algo en relación a vivir su propia experiencia, algo así que no recuerdo del todo (yo también me pongo a veces en automático).
Conclusión: me estaban viendo como una vieja. O yo me estaba mostrando como una vieja señora antipática. (Ojo que apenas cruzo los 30). Horrible. Y la primera frase con la que comenzaba este post estaba en la misma linea. Así que bienvenido el nuevo comienzo. Después de todo hoy a la 9 estaba sentada al sol disfrutando de una siesta de Lucio mientras traducía un hermoso poema de Anne Sexton. Eso sí que es algo que uno hace solamente por placer.

lunes, 29 de octubre de 2007

Rosario: jóvenes y hermosos



Como suele suceder con estas fotos uno no sabe bien los nombres de todos, así que aquí van algunos de los que sí conozco: 1- Ariel Schettini asomándose, Paula Bertua, Lúcia de Leone (Lu) y Patricio Fontana, yo en el medio con la sonrisa del recién llegado. 2- En la mesa, al ladito del río Kety Fangman, quien escribe, Silvio Mattoni, Cecilia Pacella, Julio Premat, Claudia Román, Gloria Bustos, Adriana Canseco, Carlos Surghi, Patricio Fontana y Lu sacando la foto (aquí sí están todos). Estábamos lindísimos, con nuestras ponencias bajo el brazo y el pacú en el plato.

domingo, 28 de octubre de 2007

Lo mío es la literatura pero...

Son las cuatro de la tarde de un día de elecciones y todavía no prendí la radio ni la tele, enfrascada en un artículo que quiero terminar. Y es raro. A mí que siempre me alegran los días de elecciones y que con una sonrisa hago la cola para entrar al cuarto oscuro, esta vuelta me encontró desganada con muchas ganas de olvidarme del asunto y volver a casa sin el bendito sellito en el documento. Seguramente habrá a quien estas lineas le resulten ingenuas como diciendo ¿ahora te das cuenta? pero no puedo dejar de pensar que lo que sucede con estas elecciones es muy extraño. Probablemente sea el reflejo de la crisis de los sistemas democráticos de la que tanto se habla. No sé. Sentir que quien gana es la extensión del presidente actual, que no importa qué boleta uno deposite en la urna los dados ya han sido arrojados sobre el paño verde -y no verde esperanza- es al menos perturbador. O quizás estoy probando el sabor de la cotinuidad... es decir, la sensación de que por primera vez -como me decían ayer- no hay que barajar todo de nuevo sino seguir para adelante. Algo me dice que no o que esa continuidad está armada para proteger una forma endogámica de gobierno: siempre los mismos y ahora siempre los mismos y de la misma familia.
En fin, sigo con lo mío. Que como en el caso de todos es también la política.

jueves, 25 de octubre de 2007

Los índigos de Alejandro Mendez


URIEL (10 AÑOS)

Elige ese rincón
abandonado
de la casa,
junto a las botellas
de lavandina,
con el abrigo gastado,

en silencio.

¿Hablando con las
botellas?

El gesto
telekinético
espanta al gato
escondido
en el armario.

La botella de
lavandina asciende
amarilla
lenta

abducida.




NUEVE



Una noche oscura y fría
aceptaba la ida.
Yo en bombacha y remera esperaba tus besos
lloraba y los abrazaba en el tiempo que quedaba
mientras la ida llegaba.
A las 7 AM ¡Me desperté!
la casa estaba silenciosa
no se veía nada, absolutamente nada
ya no estaban.

Candela a los 11 años
De Chicos índigo, Alejandro Mendez, Edit. Bajo la luna, 2007.



Chicos índigo podría venir acompañado por un CD de música electrónica, por un holograma o por un traje plateado de astronauta. En lugar de eso, Chicos índigo, el tercer libro de Alejandro Mendez, viene sólo o en mi caso con una dedicatoria: “Con todo afecto te dejo al cuidado estos índigos; a tu atento y amoroso cuidado”. Como si me entregara uno de esos sea monkeys que esparcíamos como polvo en un frasco con agua y después veíamos crecer, maravillados con esa posibilidad de la vida -¿animal? ¿vegetal?- así me llevo entre tapas amarillas a Uriel con sus poderes telekinéticos, a Lola, a Candela que espera el momento de la ida –¿de los padres? ¿de sí misma?-a Julián en su carrera de natación contra Pablo a Michelange que viaja al futuro de sus 35 años.
Mucho se ha escrito en la poesía argentina de los últimos tiempos sobre la infancia. Sin embargo este libro contiene una extraña novedad, algo que lo hace diferente, “futurible” para usar palabras del libro. Un estado de solipsismo, de aislamiento absoluto desde donde nacen las voces de cada “niño”. Cada uno de estos poemas brilla incandescentemente solo, aunque se quiera poner “estómago con estómago” o volver a vivir ese último campamento. Chicos índigo se ubica cerca del tono de Nabokov: Lolita, pero también Pálido Fuego, un tono de extraño distanciamiento como el del coleccionista de mariposas que mira extasiado cada uno de esos pares de alas que existen sólo para él debajo del nylon de su álbum.

viernes, 19 de octubre de 2007

¡Quiero ser María Moreno!

...entonces incursiono en el periodismo. Este es el comienzo de un artículo mío que salió en el último número de Caras y Caretas, vayan corriendo al kiosco: se agota

Si Gutemberg viviera

Eran esos libros pesados como ladrillos que nos obligaban a caminar encorvados en el camino a la escuela. Tenían entre seiscientas y setecientas páginas y parecían abarcarlo todo: matemática, historia, geografía, el hombre. El conocimiento era entonces, y hasta no hace tanto, un bloque bajo cuyo peso caíamos exhaustos al llegar a casa. Hoy que el saber ha dejado de alojarse en la taxativa definición de un libro, que las fuentes de información se han multiplicado casi hasta el infinito ¿qué ha quedado de los manuales?Si bien todavía se siguen editando libros de texto que abarquen, como antaño las cuatro áreas (Ciencias Naturales, Sociales, Lengua y Matemática) el 80% del mercado escolar se lo llevan los llamados “libros de área,” publicaciones de mucho menor volumen y mayor rotación que más que regirse por aquel proyecto educativo del Estado-Nación que propiciaba escuelas grandes como iglesias parecen responder a las feroces leyes del mercado...

martes, 16 de octubre de 2007

Uno de Silvia Jurovietzky, mientras viajamos a Rosario

1-Dispersión

Los panaderos son
pequeños núcleos leves
y suaves como el alma.
El viento de primavera
inicia al pasar sobre los árboles
su andar redondo
de corcovas blancas.
En la ciudad hay gente
que levanta la mirada
para volver a bajarla.


2-Concentración

Un hombre viejo recoge
para la ilustración de un cuento
panaderos
los busca y los guarda
en una cajita azul
que abrirá mañana.

Así nos roza su historia
bajo el techo blanco del aula
cuando cierra el relato
sabido de memoria
y sopla su carga preciosa
que flota sobre nuestras caras.


3-Inhumación

abrir la caja del muerto
y que salgan los panaderos
que salga la muerte loca

juan recita
el árbol
de la buena muerte

juan danza por fin
el ritual de su hijo
quieto en una caja

el árbol
de la buena vida
tiene la misma corteza
áspera
pero sus hojas
se renuevan siempre
para caerse

¿el árbol es un regalo
como la buena muerte
es un engaño?

Silva Jurovietzky
de su libro Panaderos, Buenos Aires, Editorial Tierra Firme, 2007.


Nos vamos a Rosario!!
Quedan estos poemas, para que se vayan deshaciendo en las manos del buen lector, como los panaderos.

domingo, 14 de octubre de 2007

Identidades posmodernas

Qué extraño esto del blog, pienso, mientras abro ingenuamente la solapa de "View my complete profile" y me encuentro, otra vez, con el vacío de no poder saber -salvo, claro que uno integre el grupo de amigos del sujeto en cuestión- quién es en realidad el que escribe. "Es que lo importante es el texto" se podría haber escuchado por los pasillos de FILO hace unos años. Hoy, no estoy tan segura de que el sujeto real no sea también importante, pero sí estoy segura de que de golpe pareciera que toda aquella teoría posmoderna se hubiese transformado más que en realidad en una horrible pesadilla. Ya lo decía Sarlo los sábados en la cursada de Literatura Argentina II, allá por el 97: "Internet es una revolución". Gime y Lú probablemente lo recuerden mejor que yo.
Es un poco frustrante leer y no saber quién dice qué. Si es mi vecino/a, mi amigo/a o mi peor enemigo/a. O saber que hay quiénes sí lo saben, pero uno no forma parte de esa elite. Por eso a partir de hoy modifico mi "Complete Profile."

viernes, 12 de octubre de 2007

Mi amiga Mori, segunda parte


Me encantaba cuando la maestra daba los temas para las redacciones. Era como si sacara conejos de una galera. Hoy me gustaría que la composición fuera Mi amiga Mori y escribiría frases como que tiene flequillo, que usa bermudas con zapatillas y medias largas, que va de acá para allá con su hijo Mati, que es de Piscis, que vive en Garín un poco aislada del mundanal ruido y que, sólo por estas "nimiedades" se convirtió en mi heroína. Y sí, lo escribí, Mori. Chiquitito, pero acá está. El resto lo sabemos. Escritora, poeta, traductora, bla bla bla. Pero a mí lo que más me gusta es lo que podría usarse en una descripción escolar de Mori. No sé por qué.

El otro día quise pegar debajo del hermoso poema de Mori estas lineas pero algo en la compu fallaba y fallaba y al final quedó el poema, así, solo (como debe ser por otro lado) pero sin siquiera la aclaración de que se trataba de un "inédito" perteneciente al libro Corolario y otros poemas de una noche de alcohol.

Tampoco pude aclarar que la foto elegida era de Luna Paiva.








miércoles, 10 de octubre de 2007

Mi amiga Mori... Ponsowy


EN LA CUERDA FLOJA

La niña camina en la cuerda floja y sabe
que día y noche en el ancho mundo,
más allá de sus pisadas,
asechan para devorarla los espíritus.

Su miedo está hecho de banderas negras
y otros ojos, de cebras tristes
y un acróbata que tras la boca
oculta huesos, selvas arrasadas, fuegos,
sonrisas que se abren al vacío
desdentado de la muerte.

Es pequeña y blanda, no más grande
que otras que la miran desde abajo
con algodón de azúcar pegoteado
entre los dedos, envidiando
sus zapatillas rosas, el brillo
maquillado de su rostro.

Bajo reflectores, brazos extendidos
a los lados, avanza la niña en el aire alto
por la cuerda tan delgada, vence
el titubeo del cáñamo trenzado, evita
a cada paso caer en la visión
que se extiende arriba de ella, abajo,

en los centímetros más allá
de la línea que trazan sus pisadas.
Suena la orquesta, pedalea el oso,
marchan en dos patas los caballos,
de cabeza se para el elefante.
Y de la niña huyen ángeles y almohadas.

Tiene cinco años y un terrón de miedo
en el medio de la boca, a lo largo de la espalda
y en su temblor de cada noche cuando
la caída llama desde el centro de su alma.


Mori Ponsowy

domingo, 7 de octubre de 2007

¿Y si fuese el Capitán Frío?

¿Correrías de mi mano
sabiendo que detrás viene, no el destino
con su compasiva escala de valores
sino un villano dispuesto a barrernos
de la faz de la tierra?

miércoles, 3 de octubre de 2007

Las reglas siguen siendo las mismas


Pedro Mairal escribió un texto lindísimo sobre la adolescencia que se puede encontrar en El señor de abajo. Creo que me crié en un ambiente parecido al de Pedro sólo que en lugar de rugby había que jugar al hockey. Y yo era de esas que, como él, esquivaba la bocha y corría de acá para allá como si jugara.

Pero algo más. Más tarde me dí cuenta de que los personajes del micromundo que es la escuela se repiten idénticos en todos los ámbitos de la vida. La literatura, ese espacio secreto que a muchos nos salvaba del bochorno deportivo o de tener la piel demasiado blanca (acostada sobre la lona, debajo de la sombrilla, escribía feliz mi diario) no se salva a sí misma. Ahí están esperando los mismos actores. Los mismos grupos. Manadas de personas detrás de cada texto. No uno y sólo uno, sino toda una cantidad de seres que incorporan o expulsan, que construyen constelaciones cerradísimas. Quizás porque solos se necesita ser descollante para brillar en el pequeñísimo mundo en el que nos movemos.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Sábado




Esperé a que te fueras para salir de la cama
pensarás que sigo disfrutando de la siesta
de esta ratito sola y sin embargo no,
estoy teniendo pensamientos indeseables.

Apenas pongo la tostadora al fuego
pareciera una cuestión de nada
lo que hace falta
para que dos de cada seis pedacitos
de pan queden negros
negrísimos,
quizás sea el calor acumulado
de lo que suele ir al fuego
la retícula de acero puesta una vez más sobre la hornalla
lo que hace a la eficiencia de su labor
que ahora realiza a toda velocidad
como escupiendo lo que sabe hacer.

Sí, me pasé el día deseando un poco de tiempo
para mí sola
pero mi cuerpo es como la nave extraviada
de un grupo alienígena,
lo que quiero comer se quema
lo que quiero escribir se quiebra
como una rama
apenas lo tomo para balancearme
y pavonearme y puf
es sábado, se está yendo la tarde.

El poema es mío, la foto de dos obras de Fred Sapey Triomphe

viernes, 28 de septiembre de 2007

En blanco



Así estoy desde hace unos días: como el cuadro de Malevich, sólo que no soy Malevich de manera que se trata de esperar que el cambio de clima me suavice un poco y me traiga con el sol de la primavera las palabras que me faltan.

viernes, 14 de septiembre de 2007

El silencio detrás de todas las cosas

Hablar del “silencio” o de la “palabra” puede ser equivalente a caer en un abismo de absolutos que terminen no diciendo nada. Sin embargo en ningún momento, la obra de Pippo Delbono, Il silenzio, cae en este sinsentido.
La obra nace de la reflexión en torno a la catástrofe: en 1968 un terremoto arrasó con la ciudad siciliana de Gibellina que quedó completamente en ruinas. Comienza con un ruido atronador que dura una eternidad aunque probablemente se trate de un minuto o dos. A partir de aquí Delbono se interna en todos los recovecos en los que se encuentra el silencio. Detrás de la súplica de amor (Dimi che mi ami! dimi che mi ami!), detrás de la violencia del sexo, detrás del clero, de la milicia, de las forma que adquiere la organización civil, de nuestras maneras de sentarnos a la mesa, de mirar al otro. Como si el silencio fuese el hilo que une nuestra materia. Una mujer sentada en una silla llora. Bobó –ése actor fetiche de Delbono- la rodea, la anima, coloca junto a ella un pequeño elefante de juguete y finalmente la peina, le arregla la hebilla que le sujetaba el pelo y le da un beso, primero en la mejilla, luego en la frente. Todo en silencio. Ese silencio recompone algo en el personaje y algo en el espectador.La obra se instala en el silencio de la comunidad devastada por la catástrofe. Pero también en el silencio que late en el interior de cada uno. Lo que pensamos, lo que sentimos, lo que después compone los gestos cotidianos que nos acercan hasta donde es posible acercarnos. Delbono en escena tiene el entusiasmo y la tristeza de un niño y le imprime al texto –que lee en castellano o que recita en italiano- algo en relación a lo primitivo, a una experiencia primera –no mediada- que le permite gritar, saltar, hacer piruetas. Las canciones que se escuchan a lo largo de la hora y media que dura el espectáculo son hermosas. El poema de Ungaretti también.



miércoles, 12 de septiembre de 2007

El idilio sigue


Teníamos hora con el pediatra a las cuatro pero nos acostamos a dormir la siesta y no hubo manera de salir de la cama. Dormir como un bebé o dormir con un bebé es más o menos lo mismo. El ritmo de la respiración pequeñita, la manito que descansa sobre la otra. Hay algo que se llama simbiosis y no es bueno. Pero es imposible no sentirse a veces él, uno cierra los ojos y se va literalmente a ese sueño primero donde se trata de dejar que el cuerpo descanse, que los músculos pierdan por un ratito la tensión de tener que sostener siempre todo el día piernas, brazos. Algo de eso me debe de haber pasado hoy porque son como la seis y todavía siento en el cuerpo la modorra de la siesta. Él hace rato que juega, desprendido de aquel momento de silenciosa placidez. De eso se debe de tratar entonces, ponerle fin rápidamente a las cosas: antes dormíamos, ahora jugamos, más tarde comemos. Y el día avanza como una flecha siempre hacia adelante. Por eso aprovecho nuestros idilio del primer año. Porque sé que no es infinito pero que mientras dure podré decir que fue más que bueno.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Sala de espera

Mientras espero que el antiguo dueño de mi departamento dé de baja fibertel para que yo pueda contratarlos, tener banda ancha y retomar el blog, un poema de Ajmátova.

¿Me perdonarás estos días de Noviembre?
Las llamas tiemblan en los canales del Neva.
Es indigente la belleza del trágico otoño.

Noviembre de 1913
Anna Ajmátova
versión de Belén Ojeda (Edit. Hiperión)

lunes, 3 de septiembre de 2007

Poseerás pocas cosas, incluso libros


Hasta hace poco mi biblioteca era uno de mis mayores orgullos. La adoraba. A partir de esta mudanza -y con esto espero dar por terminado el tema o escribir un proyecto de investigación sobre "pormenores de las mudanzas" que no creo el CONICET apruebe- eso ha cambiado: el libro es también un objeto. Mágico si se quiere, perturbador en algunos casos pero un objeto más. Junta polvo, se desarma, pesa, es engorroso para el traslado. No veo el sentido de tener libros que hace años no leo, que ya no me interesan y que, de volver a interesarme están en alguna de las tantas bibliotecas de la Ciudad, incluso en la vapuleada Biblioteca Nacional que tan cerca me queda.

Así que hoy comienza mi liberación: adios a la acumulación indiscriminada de libros. Adiós al fetiche que ocupa espacio. Quiero poder moverme más liviana. Si de todas maneras, aunque suene a cliché, los libros son materia viva que está como una presencia que no necesita de lo fìsico. Como una visita. Que llega, se disfruta y se va. Y que uno sabe donde encontrar de necesitar verla de nuevo. Se salvan, por supuesto, aquellos que queremos tener siempre cerca. Como decía en otra entrada, el de Simon Armitage. O el de Marina Tsvietaieva, o Children's Corner de Arturo Carrera, o La Dicha, de Irene Gruss, o.... Y acá termino, porque si no comienzan los listados imposibles esos que hacen que uno se sienta resignado a recorrer el camino inverso y vuelva a llevar, uno a uno los libros de la pila de regalar/donar nuevamente a la estantería.

viernes, 31 de agosto de 2007

Home Sweet Home

Sin banda ancha, con un teléfono al que casi nadie llama, con las manos cual si hubiera trabajado a la intemperie y esa sensación de los nueve o diez años cuando me quedaba a dormir en lo de una de las chicas más cancheras del grado y estaba feliz de estar ahí -ocupando ése espacio deseado por tantas otras- pero a la vez extrañaba el universo previsible de mi casa, mi tele, mi cama, mi plato de fideos con manteca y queso...
estoy ocupándome de mi nuevo hogar.

martes, 28 de agosto de 2007

Paciencia


Todo se acumula en canastos apilados uno arriba del otro:

cartas, fotos, cubiertos, juguetes, revistas, almohadones, toallas, copas, platos, ropa, botas, zapatillas, cuadros, cinta de embalar (¿no debería estar afuera de los canastos?), lámparas, sábanas, toallas, costurero, libros propios ajenos, frascos, shampú, cacerolas, tijeras, almohadas.

Cosas sueltas que van sin rumbo de habitación en habitación:

una media de Lucio, un librito, 2 libros prestados, 1 factura vencida de ABL, 4 porta velas que quiero lavar antes de guardar (lo escribo y sé que es imposible que lo haga), un salero de cerámica, la carpeta con los poemas para el libro, un florero, un títere de dedo, la máquina de fotos, dos manuales de escuela, un cuaderno con anotaciones de trabajo, un paraguas ¿?, diarios viejos, un enchufe, una estampita, aceite para puertas.

Definitivamente perdido:

al momento (21 hrs del martes) una mamadera de Lucio.

Roto y sin arreglo:

una copa de agua

Estoy un poco perdida, por eso el dibujo de Isol. Intenté varias fotos que mostraran los 30 canastos en el mínimo espacio del living pero la imagen era un poco triste, como de objetos aislados de su vida diaria. Se ve que, aunque siempre me atrajo el ir y venir de los gitanos, soy en esencia sedentaria. Prometo en próximas entradas más literatura y menos diario íntimo; pero paciencia... por unos días parte de mi mente estará guardada en alguno de estos canastos.

sábado, 25 de agosto de 2007

My own private symptom


Difícil olvidar esta película. Imposible olvidar a River Phoenix desmayado de sueño en medio de una ruta provincial de Portland. Keanu Reeves lo levantaba como si levantara un saco de plumas. Un hotel, la calle, cualquier lugar podía ser escenario del ataque de narcolpesia que lo sumergía en un profundo sueño. Aquí lo vemos caminar paralelo a la linea que divide un lado de la ruta del otro. Ir de volver.
A veces yo también dormiría en cualquier parte. Una sala de espera, el colectivo, un auto en el mejor de los casos. Un restaurante, el sillón en casa de una amiga, los peldaños de una escalera. El deseo de dormir puede ser imposible de manejar. Y uno intenta estar en el presente de la situación que está viviendo y sin embargo se desplomaría ahí sobre la alfombra tibia del living o las maderas lustradas de un bar. Que me despierten en un rato, pienso.
Hoy por ejemplo me hubiese dormido en una de las sillas de Pinturerías Rex. Estábamos buscando una maderita que tapara un pequeño aire que queda entre el placard y el techo. Alrededor nuestro la gente daba vueltas, elegía colores para sus paredes, se movía despierta y enérgica, como corresponde a un sábado a las dos de la tarde. Yo me moví un rato a medias entre el sueño y la vigilia y después me desperté con el café de la sobremesa.

viernes, 24 de agosto de 2007

Mudanza


En mi casa de 55 metros cuadrados tengo 25 canastos como estos.
Empezó la mudanza.

miércoles, 22 de agosto de 2007

El bueno de Simon Armitage




"And I was travelling lightly, barefoot/ over bedrock, then through lands that where stitched/ with breadplant and camomile..."
Así empieza el primer poema de The Dead Sea Poems, un libro de Simon Armitage. Lo compré hace años cuando trabajaba en una empresa multinacional que me mandaba de vez en cuando a USA por dos o tres días. Siempre intentaba robarle unas horas al trabajo -que era agotador- y me internaba en Barnes&Noble a comprar libros que después me costaba un perú pagar cuando llegaba el resúmen de la tarjeta, pero que en fin, son el resto de aquellos días de secretaria en el uno a uno. Sólo conozco estos poemas de Armitage y las veces que pude encargar un libro a algún viajero generoso nunca pedí otro de él. Me gusta la idea de haberlo "descubierto" en el anaquel de una librería de Boston cuando recién abandonaba Arquitectura para anotarme en Letras y no tenía idea de quién era quién. Eso era bueno, pienso. Hoy, en un blog vecino encuentro unos versos del mismo libro. No tengo idea de quién es Charlotte pero me alegra la coincidencia. En estos días, antes de que empiece la mudanza, podría intentar una traducción al menos del primer poema. Mientras tanto, el bueno de Armitage tiene una página web que se puede visitar.

martes, 21 de agosto de 2007

Huracán




con Saer con Gusmán con Bowles con Mairal con Morrison con Muñoz con Sor Juana con Aira con Piglia con Magnus con Eagleton con Perec con Puig con Castillo con Fogwill: Lucio arrasa con todo.

lunes, 20 de agosto de 2007

El amor (fragmento)


Mariana Docampo me mandó el texto completo ayer al mediodía. No pude parar de leerlo. Un relato increíble llamado El amor. Transcurre entre Buenos Aires y Estocolmo. Aquí un fragmento.


Es el amor. Llegó con la violencia de un ramo de rositas. Todas enmarañadas en un plástico. Y ella estaba vestida de negro. Inmensa. Hermosa. La vi delante de la ventana. Justo entre los postigos. Toda la luz se frenaba en su cuerpo. La claridad la envolvía. Pero ella era compacta. Cerrada. Blanca. Pero negra. Y el pelo caía a los costados del cuello. Fino. Poco. Hasta las clavículas. Tenía las manos grandes. Las piernas anchas. Y me contó, en un idioma extraño, que en Suecia caminaba por un bosque cada tarde. Que le gustaba perderse en ese bosque antes de ir a trabajar. Me habló sobre el hospital. Y sobre la herida de su hermana mayor en el estómago. Me habló con detalles de la herida. Describió las suturas. La salida del pus. El lento enroscarse de los nervios. La detención de la sangre. Los coágulos. El dolor. Y después se inclinó hacia atrás. Se colocó la hebillita en la boca y se la apretó en el pelo. Me sonrió y me miró un instante. Yo me puse sobre mis rodillas, en la cama, y me acerqué a ella estirando el torso. Quise besarla en el cuello, abrir su ropa para introducir mi mano. Y ella se reía, me quitaba los brazos. Después me miraba con dulzura; y yo me hice a un lado. Todo aquel cuerpo inmenso era el amor. Yo la quería.

En Buenos Aires fuimos a comer una noche. Ella me invitó, yo elegí un lugar. Estaba oscuro. Había velas encendidas en las mesas, música baja. Ella se incomodó. Me preguntó por qué había velas. Miré hacia un costado. No contesté. Los bordes estaban en penumbras. Se sentó en una mesa y se acercó el menú a los ojos. Me dijo que era caro. Yo pedí muy poco. Ella pidió vino y se puso a beber. Después nos trajeron la comida. Medio plato cada una. Ella hablaba de sus pacientes del hospital, en Estocolmo. Las inyecciones. La presión. Yo la escuchaba. Le miraba las manos. El mantel bordado debajo de sus dedos. Las puntillas. Tenía puesta una blusita blanca cerrada hasta el cuello. Los botones muy juntos uno del otro. El pelo atado hacia arriba. Rígido. Me hablaba de un artículo que había escrito para una médica en el hospital. Y me habló de su familia, de su padre portugués. Me dijo que había sido navegante. Y que desembarcó en Suecia hacía más de cincuenta años. Allí conoció a la madre. Se casaron, tuvieron hijos. Ella nació segunda. Una vez, de chica, visitó el hielo. Viajaron a Laponia de vacaciones. Recorrieron los condados de Norrbotten y Västerbotten. Ciudades lejanas. Umea. Östersund. Yo escuchaba sus palabras. Me dijo que su madre era sami. De la región de Sáapmi. Cerca del Círculo Polar Ártico. Me hizo el dibujo de una sami sobre una servilleta. La cara de la madre. Lo dobló en dos. Todo me lo decía en inglés. A veces movía las manos para que yo pudiera entenderla. Y después bebía y cerraba los ojos por un instante. Me contó que en navidad, en Estocolmo, la gente encendía velas adentro de las casas. Y que desde su ventana podía ver las otras ventanas alrededor del patio con las luces encendidas. También me habló del bosque. Y de un jardín que ella siempre atravesaba cuando iba a trabajar. De un cementerio. Yo la escuchaba. Le pregunté si había estado enamorada alguna vez. Tardó en contestarme. Me dijo que sí. Le pregunté si yo le gustaba. Me contestó que si. Bebió un poco de vino. Hizo un silencio. Me dijo, en inglés, que se sentía muy atraída hacia mí. Very attracted. Pero que lo nuestro era imposible, por muchas razones. Ella estaba muy enferma. Debía operarse.



Mariana Docampo es Licenciada en Letras, narradora y poeta. En 2001 publicó Al borde del tapiz (cuentos) en Editorial Simurg. Su novela El molino ganó el segundo premio del Fondo Nacional de las Artes este último año.
El cuadro es de Nils Jakob Olsson Blomen: Faires of the Meadow.

sábado, 18 de agosto de 2007

Una foto de Robert Frank y una pregunta

Más fotos de Robert Frank en el site de adn cultura.
La pregunta: ¿Jorge Lanata ahora escribe para La Nación?

viernes, 17 de agosto de 2007

Mi heroína del mes: Beatriz Vignoli


Y no sólo por la excelente lectura de sus poemas el martes pasado, ni por la mirada fija hacia adelante poseída por el amor a la letra que sabía casi de memoria, ni sólo por el deseo de aferrarse un ratito nomás -lo que dura el poema- a la voz de Blanche Dubois por ejemplo y entre otras, ni tampoco por un poema que me encanta de su libro Almagro: "El bar de la estación Valentín Alsina". Mi heroína del mes es Beatriz Vignoli porque tradujo Cumbres Borrascosas. Lo leo en su blog http://www.rosarinienkultur.blogspot.com/, en una entrada del año pasado, y quiero ser ella por un rato.
Y en honor a la niebla, el frío, a mi amiga Gime que llega este sábado y a Beatriz Vignoli, uno de los mejores comienzos de novela de los que tengo memoria, no es el de Cumbres Borrascosas, pero está emparentado: es el de de Jane Eyre. Si no tuviera un pequeño que demanda que me siente con él a jugar un rato intentaría traducirlo, pero Lucio se trepa al cable de la compu, lo cual no es bueno, así que aquí va, en su versión original, el precioso invierno de Charlotte Brönte:

There was no possibility of taking a walk that day. We had been wandering, indeed, in the leafless shrubbery an hour in the morning; but since dinner (Mrs. Reed, when there was no company, dined early) the cold winter wind had brought with it clouds so sombre, and a rain so penetrating, that further out-door exercise was now out of the question.
I was glad of it: I never liked long walks, especially on chilly afternoons: dreadful to me was the coming home in the raw twilight, with nipped fingers and toes, and a heart saddened by the chidings of Bessie, the nurse, and humbled by the consciousness of my physical inferiority to Eliza, John, and Georgiana Reed.

martes, 14 de agosto de 2007

Como dijo Romana...lo primero es lo primero

La presentación de los libros de Huesos de Jibia me encantó y me dieron ganas de escribir un par de cositas sobre lo lindo que estuvo -aun a pesar de que nunca faltan los encargados de contarte quién odia a quién y de empañar un poco la ensoñación contemplativa a la que me había llevado los poemas de Osvaldo.
Pero primero la propaganda para la muestra de fotos del amigo Peppe que se inaugura el jueves a las 19. La muestra es sobre la tonnara una manera particular capturar el atún, que se practica desde hace miles de años en Sicilia.

lunes, 13 de agosto de 2007

5 poetas


+ Beatriz Vignoli + Osvaldo Bossi + Nurit Kasztelan + Gustavo Gotfried
todos presentan su último hit. Nos vemos en el Centro de la Cooperación.

domingo, 12 de agosto de 2007

Uno de Madariaga

Agotada por un largo día del niño -los festejos a veces pueden ser agotadores- dejo este poema para "mi" Lucio escrito por Madariaga para "su" Lucio. Termina el domingo.

Viaje estival con Lucio

-Aquí ya empiezan a haber caballos-
me decía.
Y el viento del nordeste comenzaba a ser verde
entre los colores del agua de la infancia.
Estábamos ya muy lejos de los bronces, los
mármoles y los floreros pintados "al gusto de
la familia" en los cementerios municipales.

Todo aquello quedaba atrás, y el sueño del viejo
tren casi fluvial nos envolvía.
Mi pequeño hijo de siete años y yo teníamos en
las manos las ramas de las estrellas y
el resplandor lentísimo de los ríos rosados,
donde sangraba el sol de los caballos, las
vaquerías y las antiguas guerras.

Era el primer viaje solos en el tren marrón que
no quiera morir.


De País Garza Real, Editorial Argonauta, 1997

jueves, 9 de agosto de 2007

Sabía que me iba a gustar

Mucho más lindo que ir y comprarse un libro es que te lo traigan de regalo desde países lejanos, que el libro haya atravesado primero el océano, después la larga cola de la aduana en Ezeiza, la ansiedad de la espera, los abrazos en el aeropuerto (siempre tan cinematográficos) y el momento en el que el amigo con amoroso cuidado saca de su valija i picolli pensieri. Estos libros llegan desde Trapani con todo el sol y la sal del agua del Mediterráneo. Son:

Ed é subito sera, la poesía de Quasimodo
1071-1983 Opere, di Leonardo Sciascia
Il meglio dei racconti di Pirandello

Leo rápidamente unos versos de Quasimodo a quien no conocía del todo; estoy contenta, sabía que me iba a gustar. Gracias Peppe!

martes, 7 de agosto de 2007

Orden, ansiado tesoro

Me paso horas intentando establecer un poco de orden. Imagino estantes con cajas etiquetadas, cada caja conteniendo exactamente lo que la etiqueta dice; carpetas donde ir guardando papeles, comprobantes de la AFIP y de ABL clasificados según la fecha; cajones con ropa -¡y sólo ropa!- o armarios donde los abrigos resisten, prolijos el invierno más frío en 45 años. Estoy convencida de que era cierta aquella afirmación de mi madre "El desorden exterior refleja el desorden interior" y soy extremandamente burguesa: me cuesta trabajar con mil quinientas hojas desplegadas sobre el escritorio. Hago listas interminables donde anoto compromisos -conmigo misma- fechas de vencimiento o armo complicdísimos horarios donde anoto en qué lugar de la ciudad tendría que estar, y haciendo qué, a cada hora del día. Pienso que si logro anotarlo todo podré ir cumpliendo tranquilamente con cada tarea.
Y sin embargo, no hay manera de ordenarme.
Por eso los libros se apilan como pueden en la mesa debajo de la ventana. Para la foto traté de aglutinar lo que hace días está ahí esperando ser utilizado -o leído. La plasticola, por ejemplo, es para un album de fotos que le estoy armando a Lucio, el porta chupete debería estar ya en la cajita donde va el algodón y el óleo calcáreo, el frasco de crema vacía es un recordatorio de que tengo que llamar a la farmacia y encargar una nueva, etc, etc, etc. Y me demoro, pienso todavía hay tiempo.
Ni hablar de las lecturas. Están ahí a la espera, todas mezcladas mientras va pasando el tiempo.
En unas semanas nos estaremos mudando a un departamento más grande. Tengo la ilusión de que ahí sí podré finalmente arrancar de cero y mantener libros, objetos, papeles e ideas corectamente ordenados. Para eso ya armé tres listas: "libros que irán en cajas", "libros que tengo que tener a mano" y "libros para la biblioteca". Pero todavía no llamé a la empresa mudadora ni contraté un fletero, ni siquiera comencé a poner las cosas en cajas. Apenas lo escribo estoy por agarrar el teléfono (¿dónde anoté el número del flete?) pero casi al mismo tiempo pienso: todavía tengo un par de semanas y me pongo a hacer otra cosa.

domingo, 5 de agosto de 2007

Así nos conocimos

... con Romana y Dedé, a través de este libro que sacamos juntas en el 2005. Nos reuníamos en El taller, en Palermo, con Javier Cófreces -poeta y editor de En danza. Yo salía corriendo de la oficina en la que trabajaba para llegar a las seis. Y ahí estaba Romana, toda sonrisas, charlando con Cófreces y tomando alguna cervecita com maní. Después llegaba Dedé con el misterio que la caracteriza, venía de lugares que muy claro no nos quedaban y a veces se iba a lugares que tampoco definía del todo. Después llegaría la presentación del libro en la Casa de la Poesía, Sigamos Enamoradas, Quequén, Fedro y más amigas.
Al menos para mí, todo comenzó con este libro: Manzana 49 de Romana, Móviles Azules de Dedé y El lugar de lo mismo, de quien escribe.

jueves, 2 de agosto de 2007

¿Tendríamos que estar haciendo otra cosa?


Así pasamos las tardes de esta semana de gripe... a fin de cuentas no estuvo tan mal.

Un mensaje desde el Sur

Una noche me mostró diapositivas de la ruta 40 y la escalada del Fitz Roy; otra, en medio del barrio Los Coihues, en Bariloche, me mostró imágenes de Groenlandia: un grupo de tres personas se abría paso en el hielo transportando un kayak. Compartimos un invierno y durante un verano nos prestó, a Santiago y a mí, su casa en medio del bosque. Yo escribí algunos poemas para ella y para Azul, que entonces tendría tres años. Euge me manda esta foto de Alaska donde estuvo hace poco y una canción de los Red Hot Chili Peppers, "Snow":


"People need the cover of another perfect wonder
Where it's so white as snow
Privately divided by a world so undecided
And there's nowhere to go
In between the cover of another perfect wonder
Where it’s so white as snow
Running through the field where all my tracks will be concealed
And there's nowhere to go"




miércoles, 1 de agosto de 2007

Atención

Sí: materias nocivas o irritantes mantenerse lejos de mí y de mis amigas. Lo digo para cualquiera que amenace desestabilizar el equilibrio de cada una de nosotras...porque una cosa es desestablizarlo una, así a propósito -cada cual como más le guste y en noches de desenfreno- y otra muy distinta es que lo haga gente que recién conocemos. Porque lo que le pasa a una, es como si nos pasara a todas. Para que se sepa.

martes, 31 de julio de 2007

Nuevos paisajes


Para pasar la gripe y levantar un poco mi ánimo golpeado por la fiebre,
un cuadro de Max Gómez Canle. Si mal no recuerdo, todavía se puede ver su obra en Braga Menéndez. Y algo de lo que dicen sobre él:
"La historia de la sensibilidad de la pintura moderna desde el diario onírico de un amante silencioso, la obra de Gómez Canle resulta melancólicamente el testimonio de todo lo que el arte hoy no es. Texto devenido monolito emergiendo del paisaje enrarecido. Geométricos, postdigitales, los bloques negros testimonian primitivos y poderosos como religiosas construcciones aztecas la crisis del clima que el entorno siniestro, naturaleza o cultura, proponen como cierto."
Florencia Braga Menéndez, 2002.

lunes, 30 de julio de 2007

Lo que se viene


Quería aclarar algo: debajo del nombre del blog -que responde al posible título de un próximo libro- solo escribí mi nombre... quisiera haber escrito: poemas, relatos, algo así; pero la verdad no sé exactamente qué voy a ir subiendo acá. Poemas, seguramente, relatos, literatura infantil, algo de la vida cotidiana, bien, bien cotidiana, como este dibujo de Isol. Nosotros somos tres y el pequeñín suele estar más sonriente que en el dibujo, pero el frío lo tiene a mal traer. Somos dos ahora los enfermos: él y yo. Por eso no fui a la Lampalagua de mis amigas, ni a Fedro, ni al asado de mi amiga Ceci el domingo... en fin, esperemos mejorar.